El modernisme, una actitud y un largo camino
“Modernisme” es sinónimo de voluntad de modernizar una cultura y de integrarse en Europa. La Exposición Universal de 1888, primer evento internacional organizado por la ciudad de Barcelona, se considera la puerta de entrada a Europa y a la modernidad, y la fecha de inicio del movimiento.
El deseo de modernidad, impulsado por intelectuales y artistas, defendía la cultura como instrumento regenerador para superar una atmósfera localista y atrasada, fijándose en Europa. A la vez, superándolo, miraba hacia el pasado, como lo había hecho la Renaixença, movimiento cultural romántico que había recuperado las raíces autóctonas. Mirar hacia el futuro sin renunciar al legado histórico constituyó la singularidad del modernisme, inicio de un largo camino hacia la modernidad y al mismo tiempo cuna del catalanismo político.
En 1888 se inició la última revisión de los historicismos que caracterizan al primer modernisme, hasta que hacia 1900 se le sumó el Art Nouveau internacional, que propugnaba el arte por el arte y la naturaleza como modelo, la plenitud del modernisme. La última etapa del modernisme, antesala del noucentisme y precursora del racionalismo, estuvo influida por la Secesión vienesa, de hecho también un lenguaje Art Nouveau.