La casa protegida

Relieve con un león en la vía procesional de Babilonia. Babilònia, actual Iraq. Cap al 575 aC. Staatliche Museen zu Berlin, Vorderasiatisches Museum- Fotografía: Olaf M. Teßmer

Antefija con cabeza de la diosa Juno Sospita (Protectora) Lacio, Roma. Principios del siglo V a. C. Musée du Louvre, Département des Antiquités Grecques, Étrusques et Romaines, París. Fotografia: Musée du Louvre, Dist. RMN-Grand Palais / Hervé Lewandowski

Papá Spiderman Teulera de Can Rabassa, Vilafranca de Bonany (Mallorca), 2014. Miquel Barceló. Col•lecció Miquel Barceló. Foto: © Agustí Torres, 2016

Panel cerámico vidriado. Susa, actual Irán. Época aqueménide, Reinado de Darío I, 522-486 a. C.Musée du Louvre, Département des Antiquités Orientales, París. Foto: Musée du Louvre, Dist. RMN-Grand Palais / Raphaël Chipault

Amuleto que representa al diós Ninshubur. Babilonia, actual Iraq. Reinado de Nabopolasar. Imperio Neo babilónico, 626-605 a. C. Staatliche Museen zu Berlin, Vorderasiatisches Museum, Foto: Olaf M. Teßmer

Azulejo. Barcelona, siglo XVI. Legado Apel•les Mestres, 1951. Museu del Disseny de Barcelona. Fotografía: Guillem Fernández-Huerta

Lastra de revestimiento con escena de procesión. Roma, siglo VI a. C.. Antiquarium comunale, Roma. Foto: Collezione Antiquarium Comunale - Archivio Fotografico dei Musei Capitolini
Los edificios eran organismos vivos. Había que alimentarlos: los ladrillos fundacionales mesopotámicos añadían al adobe leche o mantequilla, y antisépticos como el aceite, el vino y la miel. Mas, pese a la solidez de las estructuras, los edificios estaban a merced de los espíritus. Su protección no podía incumbir sólo al aparejo de ladrillos macizos. Era necesario dotarlos de fetiches contra el mal de ojo. Guardianes armados en los palacios persas, leones en la vía procesional de Babilonia o la horrísona faz de la Gorgona en Grecia, Etruria y Roma, ubicada en lo alto de los edificios, ahuyentaban a los enemigos. Los ladrillos que Miquel Barceló moldea en forma de calavera son una evocación de estas creencias mágicas.
En las esquinas de los hogares se colocaban boles con inscripciones en espiral que atrapaban los malos espíritus. Azulejos con manos de Fátima, en el mundo musulmán, y socarrats en los techos, en la cultura cristiana, protegían desde lo alto hábitats y habitantes.