5. Banco Neoromántico

La disposición de los bancos en el espacio público es una cuestión muy importante. Pueden facilitar la relación social y la conversación si se colocan de forma grupal, unos mirando a los otros, o aislar si se ponen individualmente.

Un buen ejemplo de esto lo tenemos en la parte de arriba de la plaza La Sedeta, espacio bautizado por los niños como “El Paraíso”. Debajo de una celosía de madera que les da sombra, hay varios bancos dispuestos de forma que las personas que sientan puedan conversar. Están muy solicitados, van cambiando de usuarios a lo largo del día: por la mañana están más ocupados por personas mayores y también algunas veces por jóvenes de los institutos del entorno en la hora del patio. A mediodía puedes encontrar a varias personas comiendo de su fiambrera. Por la tarde, se agrupan personas de diferentes edades (familias, jóvenes...) y más hacia el anochecer jóvenes y algunos vecinos y vecinas con perros. En verano, cuando las tardes son largas, también hay personas mayores.

La disposición de estos bancos fue una petición de un grupo de personas mayores, muchas de ellas de la Asociación de Pensionistas y Jubilados La Sedeta, que aprovechando la remodelación de la plaza querían tener un espacio donde poder tomar el sol por la mañana y relacionarse los unos con los otros. El Distrito asumió esta demanda, pero quedó pendiente cubrir la celosía con una planta trepadora para hacer el espacio más acogedor y con un poco de verde.

Esta reivindicación de los bancos me recuerda otra reivindicación histórica del entorno de la plaza La Sedeta: la lucha de los vecinos y vecinas para conseguir que la antigua fábrica textil Salvador Casacuberta, popularmente conocida como La Sedeta, se destinara a equipaciones para el barrio, parando la construcción de viviendas prevista. El barrio ganó una escuela, un instituto, un centro cívico y una plaza pública.

Relato y voz: Espe Álvarez

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