David Carson: diseñar y emocionar en tiempos de inmediatez y realidad virtual
El diseñador gráfico y director de arte David Carson es considerado el padre de la tipografía grunge y una referencia en el sector de la creación digital. El estilo poco convencional, experimental y polémico que utilizó en la revista Ray Gun acaparó “los intereses de una nueva generación de diseñadores gráficos formados” en España en la década de los noventa, apunta Raquel Pelta, comisaria de la exposición “¿Diseñas o trabajas? La nueva comunicación visual. 1980-2003”. En el marco del OFFF, el Festival Internacional de Creatividad, Arte y Diseño Digital de Barcelona, que se celebrará entre los días 25 y 27 de abril en el Museu del Disseny, hablamos con él sobre la creativitat en la posmodernidad, de cómo integrar la libertad formal y las emociones en el diseño y el papel clave que la tecnología está jugando en este cambio de paradigma.
La cultura contemporánea reivindica cada vez más la belleza de la imperfección. ¿Por qué nos atrae?
La tecnología nos ha alejado de la imperfección durante las dos últimas décadas. Las cosas han sido perfectas mucho tiempo y las hay que no dan la sensación que haya un humano detrás. Ahora nos sentimos a gusto sabiendo que hay una conexión humana, que nada es perfecto y que hay algo más de emoción. Estamos viendo claramente más reacción hacia esta manera de trabajar ahora que no hace unos años. La tecnología es capaz de mucho, pero hubo un momento en el que la gente dejó de percibir este contexto humano en una obra. Cuanto más te alejas, menos efectiva será la comunicación. Nos cruzamos con mensajes perfectos a todas horas, letras capitales alineadas a la izquierda que gritan: “No nos leas, sigue caminando, no te detengas”.
¿Echas de menos una aproximación más humana al diseño gráfico?
Creo que los diseñadores se han relajado y han dejado que la informática tome decisiones por ellos. De este modo, la emoción que pueda generar una obra es menor, como también lo es para el público. Aquellos que se limitan a trabajar para cumplir con sus tareas son los que pierden la atención del público y probablemente también pierdan pronto sus puestos de trabajo, porque los ordenadores lo podrán hacer por ellos mismos. Ya existen programas que han reemplazado a muchos diseñadores en agencias de publicidad que solamente buscaban imágenes e inspiración en Google. Los ordenadores pueden hacerlo y seguramente mejor, porque tienen acceso a imágenes de todo el mundo, tipografías nunca vistas…
¿Qué le falta al diseño para ser humano?
Ahora el diseño gráfico está regido por la tecnología. Es muy importante hacer más subjetiva tu obra y poner más de ti, porque nadie la podrá copiar. Todo el mundo puede comprar el mismo software, pero no partirá de tu entorno, tu educación, tus padres, tu experiencia de vida. No se trata de poner toda la carne en el asador, pero hay pequeñas áreas y ajustes que aquel que se sienta a tu lado no habrá hecho, incluso usando el mismo programa. Si permites que esto pase, trabajarás mejor, te divertirás mejor y tendrás mejor acogida.
¿Por qué consideras esencial que el diseño avance hacia la experimentación?
La única manera de trabajar y la que mejor respuesta obtiene es desarrollar un diseño expresivo, intuitivo, que nazca de las emociones.
Formas inverosímiles, tipografías experimentales, imágenes sobrepuestas… tu estilo gráfico rompió con las reglas de la estética. ¿Ser disruptivo es la clave del éxito?
En mi caso ser disruptivo nunca fue un punto de partida, sino un efecto secundario. No recibí formación, de modo que no aprendí qué hay que hacer y qué no. Solo hice lo que tenía sentido para mí y funcionó: la gente se fijó, lo odiaron y amaron a partes iguales y así hasta hoy. El ingrediente más importante es tener ojo, saber qué funciona mejor. La intuición es intrínseca y es difícil enseñarla si no la tienes. Todo se reduce a confiar y escuchar a tu propio Dios, explorar considerando que no hay ni bien ni mal.
¿Significa eso que estamos viviendo el punto álgido de la posmodernidad?
Me gustaría creer que sí, aunque todavía no estoy convencido que sea un gran giro. Las mejores agencias y clientes empiezan a ser conscientes que el diseño debe tener más libertad formal y están redirigiendo su manera de trabajar entorno a esto. A la larga, tendrán más éxito los que, desde hace años, han seguido rígidamente unas reglas, porque de este modo uno no puede ganarse con la atención del público.
En los noventa, las revistas extranjeras nos acercaban a la escena internacional de artistas y creadores. Ahora son las redes sociales las que nos conectan a este talento. ¿La cultura se está homogeneizando, como consecuencia?
Absolutamente. En el diseño gráfico, cualquiera puede ver todo lo que está sucediendo en todo el mundo instantáneamente, y ya no podemos identificar con obviedad si esto proviene, por ejemplo, de Nueva Zelanda o esto otro de Líbano. No considero que sea bueno. Yo quiero sentir el área desde donde se ha producido una obra, el entorno único de su gente y su manera de ver el mundo, lo quiero ver plasmado. Sin duda, las redes sociales han derivado en una homogeneización del terreno del arte.
¿Consideras que la sobresaturación de contenidos en las redes sociales nos está alejando de la sociedad líquida de Z. Bauman?
Las redes no nos hacen más creativos; al contrario, lo hacen todo más homogéneo, menos único, porque puedes encontrar todo, de todos y en cualquier momento con inmediatez. Aun así, todavía hay quien te sorprende y te despierta un cierto interés; y quien, supongo, no está circulando por Internet durante todo el día en busca de ideas. Cuando no existían las redes sociales y yo estaba trabajando en mis primeros libros, no teníamos una reacción del público que nos afectara en lo que hacíamos. Lo experimentábamos en directo, todo era de verdad: no podías prever cómo respondería el público.
A parte de las redes, descubrimos nuevos rostros en el terreno de la creatividad en eventos como el OFFFestival. ¿Qué los hace necesarios?
Son más motivadores. No tiene nada que ver descubrir un artista a través de una pantalla que conocer lo que hace en persona. En un festival probablemente no te guste cada uno de los ponentes de su programa, pero siempre darás con alguien que no esperabas o cuyo proyecto no conocías que te empujará a experimentar y te llevará a maneras diferentes de trabajar. Es una cuestión de interacción humana que no se puede suplir a través de una pantalla, porque hay una barrera física evidente y el volumen de contenido es inmensamente superior.
¿Qué podemos aprender del diseño?
El diseño nos puede enseñar a comunicarnos mejor. Cuando un buen diseño y un buen mensaje andan de la mano y son eficaces en el ámbito comunicativo, se nos abren vías para entender mensajes, especialmente si son políticos y sociales. Es necesario entender que a través del arte, el diseño y la arquitectura podemos afectar la interacción social y hacer que la gente se sienta menos sola. El diseño gráfico tiene el poder de mejorar la vida de las personas, aunque sea con una pequeña decisión que haga más placentera una experiencia visual.
Diariamente recibimos una cantidad masiva de mensajes. ¿Estamos consumiendo la cultura con más pasividad y menos capacidad crítica?
En general creo que no estamos experimentando la cultura, porque la tecnología nos está aislando cuando selecciona con cuidado los contenidos que debemos consumir, de modo que solo tenemos acceso a un único punto de vista, a lo que nos interesa. Antes nos quejábamos cuando la televisión solo tenía un canal y no podíamos cambiar durante los anuncios. Internet fue una revolución, porque implicaba tener un mayor poder de decisión. Ahora parece que hemos regresado al problema inicial. Recibimos mucha información sin profundizar y escogemos cada vez menos. Lo que apuntaba a un acceso ilimitado a nuevas experiencias culturales está avanzando precisamente en la dirección contraria.
David Carson es uno de los más de cien artistas invitados al OFFFestival, que este año hará 19 años que reúne a las principales voces de la industria creativa que marca las tendencias de la nueva imagen y estética en los campos del diseño, la música, el arte, el espectáculo y la cultura digital.