Reforma y revolución. 1900-1930
Una instalación con material audiovisual introduce al visitante en una época de cambios que fueron fundamentales para el diseño y las mujeres. A medida que se aceleraba la industrialización, el diseño surgió como profesión con derecho propio. A su vez, el movimiento feminista dio frutos con el sufragio universal y la apertura de puertas para las mujeres en muchos terrenos como el universitario. Muchas mujeres se unieron a escuelas y comunidades reformistas impulsadas por artistas de vanguardia. Sin embargo, la práctica del diseño seguía marcada por un fuerte prejuicio que vinculaba al género con habilidades y capacidades específicas.
Este ámbito recoge también carteles y folletos sobre el derecho de voto de las mujeres que ilustran la importancia que tuvo el diseño en la difusión del movimiento feminista. En una época en la que la publicidad comercial empezaba a descubrir las ventajas del diseño profesional, las sufragistas británicas consiguieron crear una identidad para el movimiento que ayudó a difundir el mensaje en todas partes. La editora de la publicación 'Votes for Women', Emmeline Pethick-Lawrence (1867-1954), diseñó en 1908 el esquema de colores para las banderas e insignias sufragistas: blanco por la pureza, púrpura por la dignidad, verde por la esperanza. Esto y sus característicos vestidos blancos les hacían proyectar una imagen elegante y tener un fuerte impacto en las imágenes en blanco y negro de los medios de comunicación de masas.
Además, puede verse el trabajo de mujeres como Jane Addams, Ellen Gates Starr o Louise Brigham, que desde finales del siglo XIX impulsaron iniciativas que podrían calificarse como 'diseño social'. Las dos primeras crearon un centro comunitario en una de las zonas más castigadas de Chicago, mientras Brigham diseñó instrucciones para fabricar muebles caseros con materiales baratos y se convirtió en una de las pioneras del bricolaje. Por otro lado, este ámbito también muestra las primeras exposiciones dedicadas a la vida y obra de las mujeres como la Exposición Universal de Viena de 1873. Estas muestras solían centrarse en labores de aguja y otros oficios que se ajustaban a los ideales de feminidad de clase media y presentaban carreras centradas en la familia o el trabajo social. Algunas revistas como 'Welt der Frau' (El mundo de la mujer), empezaron a abordar con cautela cuestiones políticas planteadas por el movimiento feminista, aunque se ocupaban sobre todo del cuidado de los niños, trabajos domésticos y consejos de moda.
Por último, el primer ámbito de la exposición reconoce el trabajo de las mujeres que trabajaron en escuelas y talleres como Wiener Werkstätte o Deutsche Werkstätten Hellerau de Dresde, que defendían la reforma social y el diseño como herramientas para contrarrestar la aceleración de la industrialización, criticaban la producción masiva de artículos de calidad inferior y proponían la unión de las artes y los oficios para producir objetos bellos y bien hechos.