Prismáticos de metal dorado y nácar resplandeciente
Cuando la burguesía barcelonesa asistía a las representaciones de ópera en el Liceo, solían lucir sus mejores galas y, a menudo, usaban prismáticos, un complemento que permitía alargar la vista y observar con minuciosidad todo lo que sucedía en el entorno, ya fuera el escenario, las lonjas o las butacas de la platea.
Estos prismáticos, que han ingresado recientemente en la Colección gracias a una donación, son de metal dorado y buena parte de su superficie se encuentra recubierta por iridiscentes placas de nácar pulidas, hecho que le otorga una belleza excepcional.
Incluyen una inscripción con el nombre del óptico francés Crispé Espouy quien, con su hermano Josep Maria, fabricaban y vendían aparatos ópticos como ojeras, lupas, termómetros, barómetros, higrómetros o relojes de arena. Estaban establecidos en la calle Escudellers, n.º 70 y 77 de Barcelona, donde habían tomado el legado del óptico Joan Baptista Bellán. Los hermanos publicaron el interesante libreto "Higiene de la vista", un tratado que resumía las principales obras de los mejores ópticos oculistas y que repartieron gratuitamente entre los ciudadanos.
Estos prismáticos, que se pueden datar del último cuarto del siglo XIX, tenían un coste que estaba solo al alcance de las economías más solventes, al tratarse de un objeto de lujo, de producción seriada, pero con acabados de carácter manual.