Beatrice Alemagna: Crear, descubrir y emocionar desde la duda
Beatrice Alemagna es ilustradora y escritora especializada en literatura infantil. A los ocho años, lo vio claro: quería ser pintora y escribir novelas. Hasta la fecha, ha publicado cerca de 40 títulos reconocidos por pequeños y grandes en todo el mundo. También lo son sus ilustraciones, que han aparecido en cabeceras como Vogue, Libération y Elle. En 2010 recibió el Premio Andersen Italia, y ha ganado en dos ocasiones el premio del The New York Times a Mejor Libro Ilustrado, entre otros reconocimientos.
Hablamos con ella sobre los personajes que habitan sus historias y cuál es el camino que la lleva hasta ellos.
Empezaste de la nada: siendo autodidacta. ¿Qué te empujó a ilustrar libros?
Siempre he sentido una pasión enorme por los libros ilustrados. Crecí leyendo muchísimos, y cuando fui a la escuela de arte –que no era precisamente de ilustración– participé en un concurso del Salone del Libro, y gané el último premio. De Italia me marché a Francia, y empecé a publicar.
¿Qué te fascinaba cuando eras una niña?
Pippi Calzaslargas ha tenido una gran influencia en mi trabajo. Me fascinaba entrar a una tienda llena de objetos con muchos detalles por descubrir. De ahí nace esta idea de querer descubrir lo magnífico, lo mágico del día a día.
¿Cómo traduces esta nostalgia en el papel?
Creando atmósferas y luces particulares. Por ejemplo, a mí me encanta trabajar con materiales: tejidos, pequeños objetos… Se traduce en el placer de las imágenes, de los detalles de la materia. También en el color, el contraste entre atmósferas oscuras y otras más luminosas. Siempre intento introducir lo maravilloso de lo cotidiano; también un poco lo surrealista.
¿Qué te consideras?
Una narradora a partir de la imagen. Cuando se narra con las imágenes, se puede ser todo: artista, artesano, escultor, arquitecto, estilista… No soy una ilustradora, porque siempre escribo mis historias. En todo caso diré que soy una illustrautrice (ilustrautora), porque mis dibujos van de la mano de mis historias.
¿Cómo definirías tu estilo?
Lo definiría como orden y desorden a la vez, fragilidad y fuerza, lleno de contrastes y contradicciones. Esto forma parte de mi naturaleza profunda: yo soy un ser muy contradictorio, las cosas graciosas a mí me hacen llorar.
Y manual.
Esto viene de la idea de trabajar con las manos, como antiguamente, y también utilizar el error como un momento de fortuna e inspiración. El ordenador me da miedo porque permite poco equivocarse y hace que todo sea muy plano.
¿Qué te impulsa a dibujar?
Las emociones. La necesidad de explicar con urgencia algo que habita dentro de mí, a los niños y también a los más grandes, porque a menudo son los adultos los que se interesan en mis libros. Por ejemplo, en ‘Un gran día de nada’ tuve la necesidad de explicar la falta de esencia, el aburrimiento, la dificultad de emerger del mundo tecnológico para encontrar el real.
Tienes un sello muy personal.
¡Afortunadamente! A menudo me dicen, “Te asemejas mucho a tus dibujos”. Es normal que esté presente cuando diseñas precisamente con tu materia viva, con aquello que forma parte de ti.
Cuando diseñas, ¿sabes lo que buscas?
Creo que si un día lo supiese, sería en parte mi fin. Es el no saber, la duda lo que me inspira. Busco ir allá donde nunca he ido, descubrir, emocionarme.
Te dejas llevar, entonces.
Es una exploración personal e íntima muy fuerte, tanto que a veces se me hace difícil trabajar. Cuando no consigo encontrar lo que busco, puedo sufrir mucho. Soy muy visceral.
Decías que te inspira explicar historias no solo a niños, también al niño que todos llevamos dentro. ¿Cómo se refleja esto en tus ilustraciones?
Me gusta no ser reduccionista con lo que hago, poder ofrecer más de una capa de lectura. No pienso solamente en el niño como lector, también una persona que pueda estar simplemente interesada con lo que digo. A menudo, de hecho, son los adultos que se apasionan incluso antes que los niños.
Este año el FLIC Festival dedica su edición a los personajes singulares de la literatura. ¿Cómo son tus personajes?
Algo vacilantes, incompletos, a menudo malhechos y poco seguros de sí mismos. Son personas que dudan.
¿Por qué das voz a la vulnerabilidad?
En un libro que cuenta una historia, no debe haber barreras. Yo explico historias y hablo como puedo a quien toca. Cuando uno empieza a pensar en el tipo de literatura que hace, no hace más literatura. Se crea con la libertad, con la emoción.
También en el marco del FLIC Festival, la editorial Libros del Zorro Rojo presentará tu libro ‘Gisela de Cristal’. ¿Qué convierte este personaje en singular?
Gisela es una niña transparente, nace siendo de cristal y sus pensamientos permanecen suspendidos en su cabeza como si fueran globos. Es una historia sobre la verdad, la diferencia, el aceptarse a uno mismo por como es y a la diversidad de tu alrededor.
¿Qué retrato quieres hacer de la infancia?
La infancia es un momento maravilloso en el sentido de ser incompleto. El hecho de tener todas las posibilidades a tu alcance permite andar hacia el infinito y construirse de mil modos distintos. Hablo de la infancia de lo posible, el sueño y el infinito.
¿De qué hablarás en tu conferencia en Barcelona?
Sobre la importancia de los libros para niños en el mundo y de cómo esto ha tenido un impacto en mi trabajo. Luego mostraré cómo he evolucionado en mi carrera de manera autodidacta.