Curro Claret: diseñar desde los márgenes y sin maquillaje

Curro Claret es diseñador industrial y a la vez activista. Para él, es esencial alejarse de los intereses puramente mercantilistas y crear haciendo partícipe al usuario. Así queda reflejado en sus dos obras que recientemente han ingresado en la exposición “Del mundo al museo. Diseño de producto, patrimonio cultural”: el frutero Malla, que necesita reutilizar un residuo para su función; y el banco cama ¡Por el amor de Dios!, un gesto a un colectivo social en situación vulnerable. Hablamos con él sobre la interacción entre diseño, sociedad y consumo; la pugna entre ética y estética y la emergencia del diseño sostenible.

Desmitificas la figura del diseñador elitista. ¿Es una actitud buscada?

Hay una voluntad de creer que el diseño al final debe ser para y llegar a todos. Desde siempre he sentido atracción por el objeto cotidiano y para entender el nivel esencial y más accesible del diseño. Hemos heredado un diseño asociado a una capa social concreta, cuando históricamente es independiente de clases, entornos y élites. Me interesa romper el estigma de glamour del diseño.

En "Retrato imperfecto de Curro Claret" de Óscar Guayabero, afirmas que las distancias entre clases sociales son cada vez más estrechas. ¿Qué ha provocado que el diseño rompa los muros de desigualdad que alzó históricamente?

Los libros de historia nos han hecho creer el relato de una cierta manera, pero siempre ha habido elementos que hemos compartido todas las clases, y más ahora, cuando parece que las distancias entre clases son más pequeñas. El clip, el imperdible, el trapo de cocina... a menudo no los pensamos en clave de diseño, pero son comunes para todos. Son los instrumentos interclasistas los que me generan más interés.

Te niegas a aceptar que "el diseño pertenece a la gente rica y sofisticada". ¿Qué hace necesario diseñar desde los márgenes?

Para mí, diseñar desde los márgenes es una oportunidad. Que no lo pida una empresa o una organización no quiere decir que el diseñador no pueda actuar. Hay más motivos para diseñar. Tampoco me gustaría que esto se produjera únicamente desde el voluntariado.

¿Deberían existir filtros para un diseñador?

A veces se ha dicho que el diseñador necesitaría un código deontológico que lo ayudase a escoger. El dilema termina en cada caso particular. De manera abierta, ¿diseñarías un tanque o un arma? La mayoría dirá que no, pero al final alguien encontrará un argumento para hacerlo.

Venimos del modernismo que reclamaba la capacidad del diseño de despertar conciencia, y ahora la era postmodernista lo defiende como un argumento de venta. ¿Cuál es el siguiente escalón?

Vamos en ambas direcciones. Parecía que no podíamos ir tan lejos, pero hay cosas que van aún más allá del sistema mercantilista y especulativo en el que vivimos; y al mismo tiempo vemos más gente comprometida que demuestra que las cosas pueden hacerse de otra manera. Tanto podemos felicitarnos y estar esperanzados, como encontrar motivos para lanzarnos por la ventana ante el desastre que estamos provocando.

¿Qué hace peligrar la sociedad de consumo?

Hay un poder centrado en unos pocos que mandan con una ambición que supera al resto de mortales. Nuestras decisiones parecen no tener mucho que hacer contra esta maquinaria, estamos inmersos en unas inercias de las que no es sencillo apartarse. El peligro es el establishment, que no asume este compromiso.

¿Tiene entonces sentido hacer un diseño comprometido?

Es importante entender que nuestro trabajo participa de un proceso que no necesariamente debe conducir a la gran solución, sino que es parte de un proceso de discusión. Para mí tiene sentido hablar, sugerir, con la incertidumbre que es una probatura.

¿Nuestro consumo cultural es una amenaza para el futuro más inmediato?

Deberíamos ver por qué se utiliza etimológicamente el término ‘consumo’, si expresa intercambio de mercado o bien sensibilidad para ciertos aspectos. La ligereza con que nos apropiamos de las cosas y hacemos uso y desuso no está en equilibrio, a pesar de llevar la etiqueta ‘cultural’.

¿El diseñador puede desmarcarse?

Los diseñadores estamos participando de la maquinaria del hiperconsumo. Es natural que esto nos genere muchos interrogantes y que no los intentemos esquivar tan fácilmente. Nos falta conciencia de lo que implica vivir.

¿Ética y estética son polos opuestos?

Venimos de una inercia del diseño de hacer cosas bonitas y atractivas, y es una lectura muy simplificada. Diseñar bonito no es suficiente, hay que encontrar el equilibrio.

Ahora, sin embargo, sentimos cada vez más afinidad por lo que es imperfecto, feo.

Es una manera de hacer que deliberadamente busca otra estética, y quiere manifestar un desacuerdo, ser irreverente, disconforme y molesta. Ahora buscamos una belleza no asociada a la vida confortable.

¿Los materiales que utilizas responden a esta voluntad?

Sí, de incomodar en cierto modo y de no aceptar una belleza que hace que no nos cuestionemos bastante las cosas.

¿El ecologismo en el diseño es una tendencia?

Hay un riesgo evidente de postureo dentro del diseño, y una tensión inevitable para ser verde. Seguramente hay gente que, con desconocimiento, cree estar haciendo bien las cosas.

¿La responsabilidad entre diseñador y consumidor debe ser compartida?

El usuario tiene su parte, naturalmente. Todos en nuestras parcelas profesionales y personales tenemos posibilidad de tomar una decisión sobre las cosas. Hay un tipo de diseño, con ejemplos como el frutero Malla, un objeto hecho a medias, que quiere interpelar en este sentido. A veces es cuestión de facilitar esta reutilización.

Sitúas siempre al usuario en el centro de tus creaciones.

El diseño es una carta comodín que nos permite explorar e investigar. En sí mismo, no es más que un espacio para llevarlo allí donde nos parezca. La historia de la humanidad está asociada al diseño hecho por uno mismo, y ahora estamos centrados en un consumo de mercancías acabadas. [El diseño social] es una manera de llevar las preguntas al consumidor y dejarle el espacio, y al mismo tiempo estimular sus habilidades manuales y creativas. Parte del reto es hacerlo accesible, con un conocimiento muy bajo y un esfuerzo muy pequeño.

¿Existe el diseño vacío?

Afortunadamente. Creo que son necesarios todos los extremos de un mismo abanico. También podemos aprender del diseño suntuoso.

 

Si queréis conocer más sobre las creaciones de Curro Claret y otros diseñadores de producto del territorio, os recomendamos que os acerquéis al Museu del Disseny y visitéis la exposición permanente "Del mundo al museo". Cada una de las piezas que la integran es una muestra representativa del diseño de su tiempo, de las diversas aportaciones materiales y técnicas propuestas por sus autores, así como de su repercusión social.

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