Imma Jansana: “Es necesario hacer visibles aquellas mujeres que, en cualquier campo profesional, han destacado"

La muestra ‘Joyeras 1965-1990. Entre el arte y el diseño’ es la primera dedicada a las mujeres joyeras que trabajaron en la Cataluña de la segunda mitad del siglo XX.

A En primera persona hablamos con las comisarias Imma Jansana y Pilar Vélez para conocer más detalles sobre la exposición, la joyería y el papel de la mujer en este ámbito.

¿Qué podemos encontrar en esta exposición? Pilar Vélez: Unas 150 joyas datadas entre los últimos años sesenta y el 1990, obra de las primeras joyeras que, en general, empezaron su carrera en la Barcelona de aquellos años.  ¿Qué tipo de piezas podemos ver y como ha sido la selección? PV: La selección la hemos hecho conjuntamente las dos comisarias siguiendo el criterio de fijarnos específicamente en las fechas mencionadas y, a la vez, en aquellas características que las hacían más singulares y representativas del nuevo concepto de joya que nació desde entonces. Podemos ver piezas únicas, concebidas como investigaciones de experimentación artística, y también piezas en serie, ya ideadas y realizadas desde la nueva perspectiva del diseño.  ¿Por qué habéis creído importante hacer una exposición como esta? PV: Desde el final del siglo XX se ha reivindicado y difundido el concepto de “nueva joya” (new jewellery o neue schmuck) -nacido especialmente en Alemania, Inglaterra y Holanda-, valorando la consideración de la joya como un campo más de experimentación plástica. Pero, por el contrario, no se ha remarcado una de las grandes novedades del fenómeno, que es la gran participación de mujeres joyeras, al mismo nivel de sus colegas masculinos.  La exposición se centra en el periodo de 1965 a 1990, uno de los momentos álgidos de la joyería contemporánea. ¿Qué caracterizaba este fenómeno conocido como la “nueva joya”? PV: El fenómeno de la “nueva joya” representó una inversión del concepto tradicional de joyería. Es decir, la joya dejaba de considerarse un objeto rico y de ostentación, para convertirse en un campo más de experimentación plástica, con la busca de nuevos materiales totalmente alejados del concepto de riqueza, nuevas formas e, incluso, nuevas maneras de llevarlas, mujeres y hombres. Fue una rotura, un desafío, una verdadera revolución derivada, como tantos otros cambios estéticos de los últimos años sesenta y setenta, del nuevo marco artístico y cultural consecuencia de las transformaciones y movimientos sociales de aquellos años. El nuevo concepto venía determinado por el papel que tuvieron las nuevas escuelas de joyería o nuevos departamentos de algunas escuelas dedicados a esta especialidad, las numerosas exposiciones internacionales que se celebraron, los grupos y asociaciones como por ejemplo Orfebres FAD, los museos que empezaron a coleccionar estas joyas, como también el papel de las nuevas galerías de arte dedicadas a la joyería. El reconocimiento internacional de la nueva joyería empezó en los años noventa.  ¿Cómo evolucionó el mundo de la joya una vez aparecieron las mujeres en este sector? ¿Se introdujeron nuevos materiales, técnicas y maneras de trabajar? Imma Jansana: Son mujeres que creían en la joyería como obra de arte, que rompieron con los cánones históricos gremiales del oficio de orfebre. Eran artistas que hacían joyas, pero que a la vez heredaron todo el saber del oficio y lo pusieron al servicio del arte, utilizando materiales alternativos a los preciosos.  Dos de las joyeras que destacan en esta exposición su Mariona Lluch y Ninon Collarín, consideradas las pioneras. ¿Qué nos podéis explicar? ¿Cómo eran sus piezas? IJ: La suiza Ninon Collarín llegó a Barcelona en 1923. Sus piezas estaban modeladas, cinceladas, y solían ser de plata con piedras no preciosas incrustadas. Sus diseños se enmarcaban claramente dentro de la corriente que podríamos denominar “noucentista”. Por otro lado, Mariona Lluch era ilustradora de profesión. Desde el año 1960 trabajó con su marido, Aureli Bisbe, colaborando con dibujos geométricos muy propios de la ilustradora, que se convertían en esmaltes, grabados, los cuales se transformaban en broches, pendientes, anillos, brazaletes...  En Barcelona, la Escuela Massana fue la grande impulsora de las nuevas vías de la joyería, ¿pero quién fue el referente a nivel internacional? PV: Efectivamente, en Barcelona la Escuela Massana fue la adalid del movimiento. Ya el 1959, el joyero Manuel Capdevila dirigió el aula de Joyería y fue quién inició un fuerte vínculo con la alemana Escuela de Artes y Oficios de Pforzheim, que fue uno de los grandes referentes internacionales. Desde entonces la relación entre Barcelona y Pforzheim fue muy estrecha y algunos de las alumnas y los alumnos catalanes fueron a estudiar. El programa era mucho más libre, fomentaba la experimentación y la creatividad y a la vez atendía los aspectos técnicos. Algunas de las joyeras presentes a la exposición estudiaron y participaron en exposiciones. Actualmente pueden verse piezas suyas al Museo de Pforzheim.  También fue importando el papel de los grupos y asociaciones de joyeras y joyeros, y también de las galerías. ¿A qué contribuyeron? ¿Qué destacaron en Cataluña? IJ: Una de las piezas clave fue la creación en 1979 de Orfebres FAD, una asociación dentro del FAD estrictamente dedicada a la joyería y la orfebrería que contribuyó muchísimo a la proyección y difusión de la nueva joya. También hay que citar la apertura en Barcelona, en 1986, de la Galería Hipótesis, dirigida por M. Lluïsa Samaranch con la colaboración de Margarita Kirchner, donde tuvieron lugar un gran número de exposiciones tanto de autores de aquí como internacionales, y que publicó un buen número de libros y catálogos sobre joyería contemporánea, todavía hoy esenciales en toda bibliografía. También hay que destacar el Espacio Positura, impulsado por el grupo Positura e integrado por Ángeles López Antei, Marta Noguera Breis, Nuria Matabosch y Lluís Gilberga. Inaugurado el 1987, estaba dedicado en las últimas tendencias de la joyería contemporánea internacional.  ¿La contribución femenina a este movimiento renovador de la joyería ha pasado desapercibido. Por qué? IJ: No es que haya pasado desapercibida, yo diría que simplemente es importante ser conscientes de la dificultad que históricamente las mujeres han tenido para acceder a nuevas profesiones y, por lo tanto, es necesario hacer visibles aquellas mujeres que, en cualquier campo profesional han destacado y que de alguna manera han quedado a la sombra de sus compañeros.  ¿Cómo es actualmente la presencia de la joyera en este campo? ¿Ha cambiado suficientemente? IJ: Ha cambiado mucho, pero esto no quiere decir que tengamos que bajar la guardia. Todavía queda mucho recorrido para conseguir que no haya segregación por la condición de género. Quizás no tanto en las profesiones más dedicadas a las artes plásticas, pero si en general en la vida cotidiana y laboral. Por lo tanto, hacer patente que la lucha de la mujer para realizarse ha estado larga y dificultosa, incluso en tiempo no tan lejanos, nos hace no olvidar de donde venimos.

 

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