John Thackara: Diseñar relaciones para un mundo más sano
John Thackara es diseñador bioregional, escritor, asesor y organizador de eventos. Es investigador del Royal College of Art y profesor visitante en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York y la Universidad de Shanghai, y ha comisariado la celebrada conferencia Doors of Perceptions durante dos décadas.
Con motivo de la exposición temporal “Victor Papanek: La política del diseño”, Thackara impartirá la conferencia “Los caminos hacia la sostenibilidad. Cómo adaptarse a la economía del futuro”, en el Museu del Disseny de Barcelona el 10 de diciembre. Hablamos con él sobre diseño relacional, su poder de transformación social y medioambiental y los efectos de utilizar términos como “futuro” y “resiliencia” en la naturaleza.
Te defines como diseñador bioregional. ¿Qué significa?
Durante mi trayectoria profesional, he intentado entender por qué los debates sobre el daño que estamos haciendo al planeta nunca han persistido. Me he dado cuenta de que estamos conversando en un sentido muy abstracto, usando palabras como “sostenibilidad”, que no necesariamente nos afectan en nuestra vida diaria. Hay un vacío metabólico entre el mundo natural y el mundo hecho por el hombre. A causa de esta ruptura, hemos sido capaces de continuar diciendo que el mundo está enfermo, pero sin ser conscientes que es nuestra responsabilidad. Aquí es donde entra el asunto de la bioregión. El entorno tiene el poder de conectar la gente a la realidad de la situación y de proveer un espacio en el que conectar con personas con las que, de otro modo, discreparíamos. La bioregión es una alternativa a todas estas palabras abstractas, la uso para provocar que la gente se pregunte, “¿Cómo podemos hacer que nuestro entorno sea más sano y tener un futuro mejor?”.
Tu último libro, Cómo prosperar en la economía del futuro: Diseñar hoy el mundo del mañana, explora un futuro escenario económico. ¿Qué rol juega el diseño?
Es diverso, pero tiene un hilo conductor: el diseño tiene más que ver con relaciones entre personas que con productos. El tipo de práctica presente en todos los proyectos que presento plantea cómo organizamos un sistema alimentario o abordamos una cuestión de movilidad trabajando juntos. La mayoría de los diseñadores que he conocido han tomado la decisión de hacer su trabajo de modo que puedan hacer de este mundo un lugar mejor. Esta es una gran línea divisoria, porque muchas personas, poco satisfechas con sus proyectos, han dicho “Vamos a hacer el menor daño posible”.
En los setenta, Victor Papanek centró su debate en el poder de transformación social del diseño. ¿Los diseñadores están asumiendo esta responsabilidad?
Muchos diseñadores están nerviosos por enfrentarse a la transformación social de un modo muy explícito. La transformación social es el resultado de un proyecto que lucha por un planeta más sano. Necesitamos establecer una relación con el entorno. En el pasado, veíamos la naturaleza como una fuente de recursos o un lugar en el que construir un edificio, sin pensar demasiado en las consecuencias para la vida preexistente. No se trata de que los diseñadores den un paso adelante y digan a los demás cómo deben vivir, sino que deben permitir que las personas puedan relacionarse y afrontar sus necesidades de maneras distintas.
¿El diseño contemporáneo está actuando con suficiente eficacia para garantizar este futuro?
El diseño contemporáneo es muy diverso. Hay quien opta por ignorar cualquier consecuencia negativa de su faena como diseñador, porque quizá piensa que esto pertenece a otro o queda lejos de su responsabilidad. Mientras tanto, en China, por ejemplo, muchos diseñadores están diciendo “No, no solo queremos abordar la situación, sino también mejorarla”. No se trata de ser crítico con aquellos que trabajan desde una perspectiva más convencional o de negocio; simplemente, existen distintos puntos de vida en el mundo del diseño.
¿‘Transformación’ define una realidad factible o es una palabra vacía?
Igual que ‘sostenibilidad’ o ‘transición’, ‘transformación’ es algo abstracta y quizá poco controvertida. No pienso que los diseñadores hayan de utilizarla sin pensar, porque no estoy seguro de que ninguno de nosotros tenga el derecho de transformar la vida de alguien sin que este sea parte del proceso. En términos de diseño, transformación es la diferencia entre crear condiciones que propicien el cambio e imponer lo que los diseñadores creen que son las soluciones correctas. Yo soy del primer grupo.
¿Cómo puede el diseño facilitar el cambio, entonces?
En los setenta, Victor Papanek hablaba sobre diseñar para el mundo real y no para uno imaginario. Cuanto más te acercas y escuchas al mundo real, más rico, complejo y excitante es. Una vez pones la atención en el progreso vita, hay una cantidad increíble de cosas por aprender y entender, y ser parte de este proceso es una oportunidad para el diseño.
También has dejado de usar la palabra ‘futuro’. ¿Por qué?
Porque desvía nuestra atención y nuestra práctica de la posibilidad de ser activos en cuestiones que ya existen. Entiendo que el diseño se ha planteado como un ecosistema con la vista puesta en el futuro durante muchos años. Pero cuando crees que las cosas se pueden hacer de un modo distinto, particularmente de un modo abstracto o utópico, tiendes a pasar por alto y menospreciar lo que ya existe. El futuro nacerá de personas que buscan nuevas maneras de alimentarse, cuidar la tierra y moverse de un lado a otro. Yo ya no soy futurista sino presentista, y soy optimista, porque se está produciendo una gran cantidad de creatividad e innovación.
¿Cuáles son las consecuencias de haber usado estos términos durante tanto tiempo?
Hemos extraído recursos que son finitos y acabado con sistemas vivos para después reemplazarlos con algo que ha empezado en nuestra imaginación. Esta es la ruptura metabólica en acción, si piensas en un producto aisladamente y no en su posible impacto en alguna parte del mundo.
¿Qué queda por resolver?
No hay una gran cuestión. Quedan 101 problemas por resolver. Por ejemplo, una granja en transición de una agricultura industrial a una ecológica obliga al granjero a tener una relación diferente con la gente que comerá los productos que cultiva. Crear esta relación es un servicio, y estas conexiones necesitan ser diseñadas, de modo que todavía hay un gran trabajo por hacer por los diseñadores.
Estamos a las puertas de una nueva crisis económica. ¿El diseño sostenible es la fórmula mágica para esquivarla, o ya no hay esperanza alguna?
El diseño sostenible nunca ha sido una fórmula mágica. La gente tenía esperanza de que así fuera. Por supuesto estamos en una crisis económica, que no es nueva sino de larga duración. Si el diseño sostenible se practica aceptando nuestra prioridad de no solo hacer productos sino también de encontrar maneras de ayudar a los lugares a ser más sanos, podemos ser optimistas.
En una conferencia decías que “no podemos crecer infinitamente en un mundo finito”. ¿A qué te referías?
Estoy totalmente perplejo por el fracaso del movimiento verde en ganar el debate de que no podemos crecer infinitamente. Parece ser una cuestión incontestable, pero la gente directamente lo ignora y continúa con su vida. Lo que digo ahora es, por supuesto el mundo continuará creciendo y cambiando, pero necesitamos concentrarnos en formas de crecimiento saludable. La economía se mide y describe solamente en términos monetarios, y el crecimiento es necesario para sobrevivir. Pero, ¿y si supusiéramos que el dinero es solo una de muchas maneras de medir el progreso, como también lo sería el bienestar? Quizá es más importante para nuestros hijos crecer sanos que la economía crezca.
¿Cómo están respondiendo las comunidades para alcanzar una economía más justa y sostenible?
Las comunidades se sienten confiadas y cómodas encontrando soluciones basadas en sus propios recursos y no en un reglamento abstracto. Lo que encuentro muy inspirador es la variedad de cosas que inventamos en el pasado. No tenemos que crear más, sino preguntarnos: “¿Cómo hacía la gente antes para garantizar que todo el mundo tenía comida o sus hijos estaban vigilados? ¿Podemos reinventar, modificar o mejorar estos sistemas históricos utilizando nuestras herramientas?”.
¿Consideras que las grandes industrias de bienes de consumo estarán dispuestas en algún momento a asumir cambios en su modelo de producción, incluso si esto significa aumentar inversión y reducir beneficios?
La palabra ‘consumidor’ es básicamente el ADN de nuestra economía. El modelo de negocio de las grandes compañías consiste en entregar un producto o servicio al precio más alto posible, y gastar el mínimo en recursos. Si la relación es entre proveidor y consumidor, nunca será completamente sana, a causa de esta lógica. Hay una brecha gigante entre el coste de inputs y outputs, comprando barato y vendiendo caro. Es muy difícil para las industrias de bienes de consumo hacer el salto de una economía transaccional a una relacional.